Se ha hablado infinidad de veces sobre la importancia de enseñar, sobre todo en los menores de edad, habilidades para el desarrollo del pensamiento crítico; pero, al parecer, nos hemos quedado solo en tal discusión, ya que desde varios sectores, incluso con suficiente presupuesto, poco o nada se ha hecho en la materia durante las últimas décadas.
Aceptando la importancia del enseñar a pensar críticamente, surge la necesidad de aceptar otro factor paralelamente igual en importancia: las metodologías adecuadas para desarrollar el pensamiento crítico en estudiantes, y los requerimientos que implica ello.
Una metodología no es únicamente un conjunto de herramientas que se utilizan para enseñar; en realidad es la forma sistemática y coherente en que se utilizan estas mismas herramientas para enseñar, lo que incluye una secuencia de actividades, el diseño de materiales de aprendizaje y la forma en que se evalúa a los estudiantes; con la finalidad básica de mejorar el aprendizaje de los estudiantes, aumentar sus intervenciones o dinamizar la forma en que ellos interactúan. Esto bajo un plan estratégico, que implica estructurar directivas para que puedan ser aplicadas por docentes, maestros o facilitadores.
Hay muchas metodologías que se centran en diferentes aspectos de la enseñanza y el aprendizaje. Algunos populares son la diferenciación, el aprendizaje basado en la investigación, el constructivismo, el aprendizaje basado en problemas, el juego de roles, entre muchos otros.
Decidir por alguna idónea metodología para un colegio y/o universidad, quiere entender sus grados de éxito en otras instituciones o personas, para confiar en su potencial educativo.
En Instituto Debate nos hemos dedicados varios años en definir adecuadas metodologías enfocadas primordialmente en lograr mejorar procesos formativos en estudiantes de instituciones educativas, tanto a nivel básico como del superior. El constante testeo de nuevas herramientas metodológicas nos permite mejorarlas programáticamente luego de su constante aplicación.