que sienten que hablan bien, pero al momento de argumentar se traban, se contradicen o no convencen.
que tienen grandes ideas, pero no logran venderlas ni defenderlas frente a clientes, colegas o inversionistas.
que hablan con pasión, pero no consiguen convencer o mover a la gente a la acción.
que sienten ansiedad, miedo escénico o inseguridad al expresar sus ideas.